Durante toda mi vida he visto a mi abuela, mi madre, mis tías y mi hermana haciendo labores de todo tipo. Desde una bufanda, a un jersey, pasando por unos patucos a juego con una capota para un recién nacido.
Yo tuve mi primer guiño con el punto a los 9 años, edad en la que imitas a tu madre mientras juegas. Yo el juego me lo tomé muy en serio, y en un mismo año le pedí a los Reyes Magos el bebé, la cocinita, las comidas en miniaturas, y un costurero completo con agujas de calcetar, lanas...¡Y hasta un bastidor!

Hace un tiempo, mi querida Fátima me presentó a unos amigos que tenían una idea de proyecto empresarial que me encantó, comercializar kits de lanas, agujas y patrones sencillos para aprender a calcetar.
Pepita y Alberto han conseguido lo que querían, recuperar y poner de moda una tradición y hobby que además de ser antiestrés, es gratificante.
¿A quién no le gusta decir "¡Me lo he hecho yo!"?

Desde aquí les felicito por su espíritu emprendedor, su esfuerzo y trabajo, que sin duda son ejemplo y ánimo para otros jóvenes.
Y a vosotros, queridos lectores, os animo a descubrir lo entretenido que es calcetar y lo gratificante que es lucir la creación después, que yo ya lo he hecho ¡Y engancha!
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