Pues esto fue lo que me ocurrió el domingo, mientras llovía a cántaros en Londres, me enamoré de un vestido del escaparate de Reiss en Brompton Road.
Mi acompañante, muy comprensivo, al ver mi cara de emoción, insistió en que me lo probara, y ¡Vaya! Ni uno de mi talla.. ¡Mi gozo en un pozo!
La dependienta, llamó a no se cuantas tiendas para intentar encontrarlo, y nada de nada.
Y de verdad la sensación fue totalmente de frustración.
Yo ya me estaba imaginando con mi vestido, unos buenos tacones, una cartera y un tocado...
Eso si, quien crea que no me pondré ese vestido para la boda de mi querida amiga, está muy equivocado...¡Ese vestido será mío!
No hay comentarios:
Publicar un comentario